Miembros del CNI critican la idílica imagen que la serie de Telecinco ‘El Príncipe’ ofrece sobre su trabajo
“No existe ningún parecido: ni en las sedes que
aparecen, ni en el modo de comportarse los agentes del Centro Nacional
de Inteligencia”
“Ya querríamos tener en el CNI una sede como
la que aparece en la serie ‘El Príncipe’. No existe ningún parecido”.
Son palabras de un ex agente del Centro Nacional de Inteligencia para
mostrar la distancia entre la realidad de su trabajo y lo que se refleja
en el programa de Telecinco.
Los protagonistas de 'El Príncipe', en Telecinco.
Lo corroboran los 3.500 funcionarios que trabajan
en el servicio de inteligencia, y también los miles de personas, entre
ellos muchos periodistas, que han visitado el complejo instalado en las
afueras de Madrid, cerca de los palacios de la Zarzuela y de la Moncloa,
residencias oficiales de la Familia Real y el Presidente del Gobierno.
Una sede idílica
‘El Príncipe’, emitida los martes por Telecinco, es una de las series de mayor éxito en la televisión.
Cuenta la historia de un agente del CNI, Javier Morey,
que se infiltra en la comisaría de uno de los barrios más peligrosos de
España, El Príncipe, situado en la ciudad de Ceuta. Allí persigue a una
red terrorista yihadista, ayudado por el policía Fran Peyón. En medio de la historia, una guapa musulmana, Fátima Ben Barek, hermana de un narcotraficante, que se enamora y desenamora del espía.
Según miembros del servicio, ofrece una imagen idílica de la sede del CNI
que ya querrían tener los auténticos agentes allí destinados. En la
realidad, los edificios del complejo están rodeados de zonas con hierba
muy bien cuidada, pero en el interior no existen esos espacios amplios,
llenos de plantas, que aparecen en la televisión, más propios de una
multinacional moderna, que de un centro de espías que hasta dispone de
un sistema para evitar que nadie desde el exterior pueda grabar sus
conversaciones.
Nunca se infiltrarían en una comisaría
Los despachos de los jefes
que se ven en la televisión es otro de los elementos que hacen sonreír a
los agentes. A excepción de un par de ellos, en la realidad todos son pequeños, con muebles funcionales, y las paredes se acercan más a las de un hospital por su ausencia de adornos.
Los agentes y ex agentes consultados llaman la atención sobre el hecho de que nunca un agente del CNI se infiltraría en una comisaría de la Policía
con su beneplácito, pues lo normal, si hiciera falta, es que el trabajo
lo hicieran los funcionarios destinados en su propio servicio de
información.
Una imposible historia de amor
También
les llama la atención la permanente historia de amor que viven el espía
y la chica musulmana, algo que solo se permitiría desde el CNI si fuera
para utilizar a la mujer como fuente informativa. En caso contrario, se habría sacado al agente de la misión y se le habría llamado la atención por el error cometido.
Más aún si, como ocurre en la serie, un agente desvela a su amante su auténtica
identidad y pertenencia al servicio del espionaje. Se consideraría un
error grave, por el que podría ser expedientado al poner en grave riesgo
la misión.
Preguntados por el continuo uso del chantaje que hacen los espías, la fuente antes citada asegura que “es algo habitual en el trabajo de cualquier servicio de inteligencia
para conseguir datos; no hay que extrañarse por ello. La seguridad del
Estado está en peligro y hay que hacer lo que sea preciso para conseguir
el objetivo buscado”.
FUENTE: aqui
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