ENTREVISTA
«No es bueno alargar demasiado una serie como El Príncipe»
La serie El Príncipe regresó la semana pasada con doble apuesta en el reto creativo, en intriga, tensión y adicción. Hablamos con Carlos López, guionista de cabecera de la ficción, sobre la segunda temporada, el terrorismo y la pequeña pantalla española.
El Príncipe arrasa. Arrasa en audiencias y en reviews porque
ha arrasado con muchos de los tópicos de la ficción española. Una serie sobre
el terrorismo en un lugar dentro de nuestras fronteras, un barrio real, El
Príncipe, en Ceuta, justo cuando el yihadismo está en todas las portadas. La
ficción de Telecinco y la productora Plano a plano (Allí abajo) comenzó la
semana pasada su segunda y última temporada, doblando la apuesta en su reflejo de
la actualidad, en el riesgo creativo desde el papel, en intriga, en tensión, en
adicción.
Hablamos con Carlos López, guionista de cabecera en el
equipo de César Benítez y Aitor Gabilondo, los creadores de El Príncipe, sobre
los nuevos retos de la serie y la situación actual de la pequeña pantalla y los
guionistas españoles.
GONZOO: El Príncipe ya ha cogido por los cuernos el toro de
la segunda temporada. ¿Qué cambios habéis querido introducir? ¿Qué cosas habéis
pulido?
CARLOS LÓPEZ: La nueva temporada empieza con acción y con
sorpresas desde el mismo comienzo. Estamos muy satisfechos, sinceramente, todos
hemos trabajado mucho y la segunda temporada tiene más acción, más intriga y
más imprevistos. Hemos escrito a tumba abierta, quemando cartuchos en cada
capítulo, y todos ellos empiezan muy arriba y acaban siempre con una gran
incógnita. El barrio sigue siendo protagonista pero también hay despachos y
grandes negocios.
G: ¿Cómo evoluciona la relación entre Morey y Fátima?
¿Estáis contentos con esta trama que fue una negociación con la cadena?
C.L.: En la primera temporada, Morey y Fátima vivían un
amor imposible. En esta segunda, ella se ha casado y hace responsable a Morey
de la muerte de su hermano. Así que ahora es un amor aún más imposible y,
además, prohibido. A Morey le va a costar recuperarla. Y en su relación se
interpone constantemente Khaled. Todo es más difícil, más conflictivo, más
emocionante. Cada beso será un peligro y una conquista.
G: ¿Cómo fue ese proceso de negociación de las tramas con
Mediaset?
C.L.: Yo no lo llamaría proceso de negociación, dicho así
parece algo protocolario y conflictivo, como si hiciera falta enviar a los
cascos azules. Con respecto a la trama de amor de Fátima y Morey, siempre
existió en la historia de El Príncipe. Creo que la propuesta de la cadena fue
adelantarla, ponerla en primer término y en los primeros momentos, y creo que
no ha ido mal del todo, ¿no? Se trataba de ir encontrando la serie que nos
gustaba a todos y que creíamos que gustaría al público.
G: Según tu experiencia, ¿cuáles suelen ser los puntos de
desencuentro con las cadenas a la hora de producir una serie?
C.L.: Cuando se da luz verde a una serie hay miedo por
ambas partes a hacerlo mal, a alejarse de una audiencia masiva que necesitas
para sobrevivir, porque la ficción es un producto muy costoso. En mi
experiencia, las cadenas suelen defender más las propuestas para toda clase de
público y los productores suelen apostar por una diana más concreta, pero no
siempre es así. Las buenas series siempre son el resultado de una larga discusión.
G: El casting es una de las cuestiones más criticadas en las
series españolas. ¿Cómo fue en el caso de El Príncipe? ¿Los actores estaban
sobre el papel o vienen desde arriba?
C.L.: Yo entré cuando los principales papeles estaban
prácticamente decididos. La norma es que son aprobados por la cadena a
propuesta de la productora. Y me consta que para los papeles principales hubo
una larga lista de candidatos que realizaron pruebas. Recuerdo haber visto, por
ejemplo, una prueba en la que estaban Hiba [Abouk] y Álex [González] en la que
los dos se entendían estupendamente.
G: ¿Qué hay de la incorporación de Jesús Castro? Sorprendió
la oportunidad del fichaje en pleno éxito de El niño y La isla mínima.
C.L.: Un día, los productores César Benítez y Aitor
Gabilondo nos comentaron el gran parecido físico de Jesús Castro con Rubén
Cortada: se dan un aire de familia, con esos ojos que taladran. Ahí mismo
empezamos a fantasear sobre la posibilidad de que fuera su primo, que
apareciera en el barrio dispuesto a enfrentarse con él. Y creamos el personaje
de Paco, el primo que viene a liarlo todo. Entra a mitad de temporada y, por lo
que he visto, funciona de maravilla.
G: La segunda temporada será la última. ¿Por qué una serie
tan corta? ¿Qué es lo bueno de trabajar en un proyecto cerrado?
C.L.: Para un guionista es mucho más atractivo. Sabes más
claramente hacia dónde vas y te lanzas a la piscina con más fuerza. Una
serie como El Príncipe, con tantas vueltas de tuerca y tantas sorpresas, no es
bueno alargarla demasiado, porque corres el peligro de perder verosimilitud. La
tensión se mantiene si tienes el final a la vista.
G: El tema principal de la serie, el terrorismo, no es ajeno
a tu carrera. En 2011 creaste la miniserie 11-M: para que nadie lo olvide. ¿Cómo
fue ese proyecto? ¿Crees que influyó para que César Benítez y Aitor Gabilondo contaran
contigo?
C.L.: Estoy muy satisfecho de lo que hicimos, es una serie
documentada y apasionante, sin ningún morbo, sin una gota de sangre y que
contiene mucha emoción. Aquella experiencia me ayudó mucho a la hora de
enfrentar la escritura de El Príncipe, y seguro que en algo influyó para que me
llamaran César y Aitor. Ya llevo unos años que parezco encasillado en contar el
terrorismo. Como soy periodista de formación, reconozco que la lectura de
noticias siempre ha sido una fuente primordial para escribir. En eso sigo.
G: El Príncipe tiene escenas que son difíciles de ver en la
televisión española, como las de las inmolaciones. ¿Cómo os enfrentasteis a una
cuestión tan peliaguda?
C.L.: Con mucha cautela, claro, y con toda la documentación
posible. Pero también éramos conscientes de que abordábamos algo que tenemos
ahí delante y que con el paso de los meses se ha convertido en noticia diaria.
Algo que es necesario contar. Y estamos orgullosos de que una serie de una
cadena generalista, en prime time, se atreva a contar cosas tan tremendas que
están pasando hoy mismo.
G: ¿Y cómo os planteasteis el retrato del mundo musulmán?
Habéis intentado sortear los lugares comunes del conflicto fronterizo y
cultural.
C.L.: Es uno de los atractivos indudables de la serie,
porque la familia protagonista es musulmana, y creo que es la primera vez que
eso sucede en una serie española. Hay espectadores que opinan, pese
a todo, que damos una imagen muy tópica. Otros, en cambio, nos agradecen que
retratemos una cultura que también es nuestra. En el caso de Hiba Abouk, es algo
que le toca muy de cerca y sabe perfectamente de lo que se está hablando.
G: Uno de los méritos de la serie es estar ambientada en un
lugar real y sobre sucesos reales. ¿Cómo surgió aquello? ¿Seguís pendientes de
la actualidad?
C.L.: A Aitor Gabilondo le he escuchado decir alguna vez
que no le gustan las series que transcurren en una ciudad sin nombre, neutra,
que quiere representarlas a todas a la vez y no representa a ninguna. Eso suele
ser lo habitual y en este caso nuestra serie transcurre en un barrio concreto
de una ciudad pequeña. Ese localismo es lo que le da fuerza y lo que hace que
se entienda en cualquier parte del mundo. No hemos dejado de leer los diarios
de Ceuta y las noticias que remiten al mundo que cuenta la serie. La diferencia
es que hace dos años teníamos que perseguir las noticias sobre yihadismo y hoy
ocupan las portadas día sí y día no. A veces, por extraño que parezca, nuestras
tramas suceden antes que las noticias, hemos llegado a pensar que tenemos
micrófonos en la sala de reuniones.
G: ¿Cuáles crees que son las claves para que la televisión
española evolucione, ya no tanto en cifras sino también en lo creativo?
C.L.: Echo en falta mayor variedad en los formatos, en los
conceptos. Y echo en falta, sobre todo, que la televisión pública tenga todo el
apoyo necesario para acometer proyectos que en todas partes solo encara un
canal público, desde series históricas o clásicos indiscutibles hasta proyectos
más experimentales. Y también me gustaría que hubiera mayor colaboración con
productoras y profesionales foráneos, que coprodujéramos con ellos y que
fuéramos capaces de diseñar proyectos pensados desde el principio para el mercado
internacional.
G: Gracias nombres como el tuyo, o César Benítez y Aitor
Gabilondo, la figura del guionista y creador es más visible. ¿Ha mejorado la
situación del gremio?
C.L.: Muy poco a poco, pero es cierto que en los últimos
tiempos la figura del guionista está situándose en el centro de la creación.
Sucede en todas partes y es lo más lógico. Las series son mejores si el creador
está cerca de las decisiones fundamentales de producción. Con todo, aún falta
mucho para que las condiciones de trabajo de los guionistas sean las que
deberían ser. Hablo de salarios, de contratos, de consideración a su
importancia real en la creación de una serie. Es una lucha constante en la que
no hay que dejar de pedalear.
FUENTE: aqui
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