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lunes, 14 de abril de 2014

Rubén Cortada, Álex González y José Coronado, portada de 'XL Semanal'.

 ENTREVISTA 

Álex González, José Coronado y Rubén Cortada, protagonistas (con Hiba Abouk) de El Príncipeque se estrena este mes en Telecinco. El nombre de la serie es el del barrio de Ceuta, donde se desarrolla la trama. Narcotráfico, células yihahidistas, espías, corrupción... «Es muy valiente ubicar una serie ahí dice Coronado. Trata temas muy delicados. Cuando rodamos allí, tuvimos que ir escoltados».






RUBÉN CORTADA: "Con una serie aprendes a memorizar un guion muy rápido... ¡y a no leer las críticas!"

Un par de escenas en 'El tiempo entre costuras' le valieron a este cubano de 28 años para hacerse inolvidable. Empezó como modelo, pero lo suyo es la interpretación. Ahora da vida a un narcotraficante árabe. parece que le van los malos...

XLSemanal. No ha perdido su acento cubano...

Rubén Cortada. ¡No, hombre! Es cuestión de clics. Si estoy relajado, hablo cubano; si vamos a trabajar, cambio el chip y hablo con acento español. Ya soy capaz de cambiar. Pero no me gustaría perder el acento cubano. Sé que van a pasar cosas en Cuba y me encantaría hacer cine allí.

XL. ¿Van a pasar cosas? ¿Cuáles?

R.C. ¡Trabajo! Hice teatro allí, pero me encantaría formar parte de la historia del cine cubano también.

XL. ¿Echa de menos aquello?

R.C. Claro. El clima, la gente, a mi familia... La forma de vivir y sobrevivir día a día. La preocupación allí no es a largo plazo, sino el minuto a minuto. El día se hace un poco más largo así, y la vida transcurre más lenta. Es muy bonito ir resolviendo y hace que siga habiendo altruismo, algo que aquí se ha perdido.

XL. ¿Cómo acabó viniendo a España?

R.C. Estudiaba Ingeniería Automática allí. Pero ya mi camino, desde el bachillerato, se inclinaba hacia las letras. Mi profesora de Literatura me propuso ir a un sitio donde se trabajaba como modelo. Seguí estudiando, pero llegó un momento en que tuve que elegir entre la seguridad que me brindaba una profesión como la de ingeniero y salir a descubrir mundo.

XL. Y optó por lo segundo.

R.C. ¡Y conocí medio mundo! Le agradezco mucho a mi vida de modelo: me cambió la mente, me permitió hacer cosas que jamás me hubiera planteado... Conocí a mucha gente buena y me quedo, sobre todo, con los viajes: suéltame mañana en París, Los Ángeles o Milán y las recorro enteras sin perderme. Pero llegó un momento en que dije: «Ya está, esto ya lo conozco».

XL. Habla como si diera por acabada aquella etapa...

R.C. He tenido que trabajar mucho para llegar hasta donde estoy. No cierro la puerta: si pasa, pasa. Pero ahora mismo no me interesa aquello: mi meta no es hacer un desfile. No le resto valor, al contrario: tengo que agradecer que me fue bien como modelo y me permitió compaginar la profesión con mis estudios de interpretación y realización.

XL. La meta era ya la interpretación...

R.C. Sí. Me interesa mucho más la investigación para prepararme un papel. Aunque el reto fue grande. ¡Me encontré con una serie diaria! [Bandolera, de Antena 3]. Aquella etapa fue muy dura. Sufrí en carne propia lo difícil que puede ser esto. No duermes memorizando un guion y después la crítica te destruye...

XL. ¿Moraleja?

R.C. Aprendí dos grandes lecciones: por un lado, a memorizar los textos a toda velocidad. Por otro, ¡a no leerme las críticas!

XL. A veces duelen...

R.C. El problema es que ahora, en época de redes sociales, ¡opina todo el mundo! Y aunque no quieras, afecta. Así que dejé de mirar muchas cosas.

XL. También jugó al tenis profesionalmente...

R.C. En Cuba jugué y estaba obteniendo buenos resultados. Pero a los 16 años decidí dejarlo e irme a estudiar. Me fue muy bien, pero pasó algo que no me permitió seguir...

XL. ¿Qué pasó?

R.C. Cosas que pasan. Me sentí un poco... Nada, decidí no seguir. [Sonríe].

XL. En El Príncipe da vida al narcotraficante Faruq ben Barek. ¿El árabe, cómo lo lleva?

R.C. Bien, bien. Aprendí el rezo, insultos, presentaciones... A mí los idiomas me encantan: cuantos más conozcas, más te podrás comunicar.

XL. ¡Vaya trío de guapos han juntado!

R.C. [Ríe]. Digamos que han elegido a grandes actores. Coronado es un referente y te obliga a dar siempre un paso más. Y Álex ha venido labrándose una carrera que flipas. Chapó. Me encanta como actor, como persona... Y en mi opinión va a tener un carrerón. Está labrándose una carrera diferente: «diferénciate o muere» digo yo siempre.

XL. ¿Y usted?

R.C. ¡Yo soy el novato! Ellos tienen ya toda una carrera.

XL. ¿Tiene otros proyectos en mente?

R.C. Intentaré ir cruzando metas que me hagan crecer como actor. Me gustaría hacer una película, pero algo bonito, que sea una invitación a pensar. Me han hecho ya tres o cuatro propuestas, pero no las veo serias. Prefiero ir poco a poco.

XL. ¿Qué lleva a un actor a dar el 'sí, quiero'?

R.C. Primero, la seriedad de quien te lo ofrece. Después, la historia. Yo he estudiado un poquito de realización y he visto muchas pelis, y me gustaría tener suerte a la hora de elegir. ¡Siempre que pueda elegir, claro! No necesito mucho para vivir y creo que puedo permitirme esperar a que lleguen cosas interesantes. 

XL. ¿Y a usted qué lo lleva a dar el 'sí, quiero'?

R.C. Mi abuela me enseñó una lección: de mujeres no se habla. Hay otros que lo hacen; allá cada cual. La gente dice muchas cosas, por eso yo no digo nada. Yo, a lo mío.



JOSÉ CORONADO: "¿Un tipo duro en la vida real? Cuando hay que serlo, sí, lo soy".

Ha hecho tantos papeles de policía que ya están pensando en darle una medalla honorífica. Ahora es un poli corrupto, o "con matices", aclara él. A sus 56 años, Coronado puede dar lecciones a sus compañeros, pero apuesta por seguir aprendiendo.

XLSemanal. Es uno de los actores que más trabajan: 40 películas, 12 obras de teatro y unas cuantas series de televisión...

José Coronado. Por eso, porque estoy en los tres medios, porque me he hecho mi huequecito. También en los últimos años he intentado abrir un poco el mercado y he trabajado en Argentina, en los Estados Unidos, con Andy García o Sharon Stone.

XL. Pero ha hecho pocas cosas en Hollywood. ¿No le gustó o no ha tenido la oportunidad?

J.C. He rehuido de ello por una simple razón: yo empecé en esto tarde, con 30 años. Cuando mejor iba mi carrera, en torno a los 40 años, mi vida personal en España era muy rica como para ir a la aventura. No me habría importado hacer como Depardieu, que hacía papelitos americanos y volvía, pero irme allí a cambiar de vida con dos hijos y una vida fantástica, ¿para qué liarme?

XL. Hasta los 30 hizo de todo: montó una agencia de modelos, fue coreógrafo, abrió un restaurante... ¿Era hiperactivo o solo disperso?

J.C. Estaba buscando mi sitio en la vida. Empecé por azar con la interpretación, no tenía ningún tipo de vocación, pero a las pocas semanas de dar clase con Cristina Rota se me metió dentro lo de la interpretación. Encontré algo por lo que me gustaba luchar y dejé todo lo demás. Y tuve suerte.

XL. Y algún mérito propio...

J.C. Cuando yo empecé en esto, estaba más barato el aprobado que hoy en día.

XL. ¿Había menos competencia?

J.C. ¡Hombre por Dios, sin duda! Cuando yo empecé, estaban Imanol, Carmelo Gómez, Puigcorbé, Resines y dos más. Ahora das una patada y te aparecen 40 chavales de 25 años, todos hercúleos y que hablan inglés.

XL. Cachas y guapos hay, no hay más que mirar aquí. Se lo han puesto difícil...

J.C. [Risas]. Sí, sí, está jodido.

XL. Pero me voy a poner 'viejuna'... ¿No será que ahora hay mucho actor, pero no tanta calidad? ¿Que hay mucho relleno de tanta serie de televisión?

J.C. Sí, pero no. Hay de todo. Pero hay más de todo. Hay buenos actores. Antes llegabas a actor como por suerte. Hoy, si a la tercera no brillas, te caes. En mi época, te daban más tiempo porque no había de dónde tirar. Yo veo los trabajos que hacía en mis primeros años y digo: «Hijo puta, qué malo eras, qué agarrotao...». Pero como no había muchos actores para determinados papeles, te volvían a llamar. E ibas aprendiendo.

XL. Se ha especializado usted en tipos duros.

J.C. Esto surgió con La caja 507, cuando Enrique Urbizu me dio el papel de killer. Y a partir de ahí...
XL. Lleva 14 papeles de policía; con este, 15.
J.C. He hecho de todo, desde el chusquero hasta el poli que quiere ser ministro. A mí me gusta mucho el cine policiaco. Me encanta construir y preparar los personajes hasta la saciedad. Y ya desde la primera serie que hice, Brigada Central, con Imanol Arias, nos tiramos dos meses haciendo redadas con la Policía.

XL. ¿Se identifica con esos personajes? ¿Es usted un tipo duro?

J.C. Cuando hay que serlo, sí. Muy poco, pero sí. Soy muy pacífico, pero trabajar con esa gente que en un momento tiene que sacar la autoridad me ha venido bien en mi vida para sacar a ese tipo duro. Es una de las cosas maravillosas que tienen los personajes: en la medida en que tú los trabajas, aprendes de ellos. Hay personajes que no, que son desechos, pero hay otros que te ayudan a comprender.

XL. Hábleme de sus compañeros de serie.

J.C. Álex es un currante tremendo, humilde y sencillo. Rubén ha sido una sorpresa espectacular. De entrada es un tío que te gusta hasta a ti mismo, le miras a los ojos de una forma... [risas]. Pero Rubén sabe que no se puede instalar en esta profesión solo por su cara bonita. Lo que ha hecho en El Príncipe tiene mucho mérito.

XL. Creo que vive usted solo...

J.C. Vivo con mi hijo.

XL. ¿No tiene pareja?

J.C. Bueno eso ya...

XL. ¿Eso es que no va a contestar?

J.C. [Risas]. Yo he aprendido ya. Cuanto más preservada esté la vida personal de un actor, menos distrae a la hora de que el espectador vea al personaje y no esté pensando: «Pues lo he visto en una revista hoy y está con esta»... No es que tenga problema en decirlo, es que no creo que deba decirlo aquí.

XL. Veo que, pese a la competencia, no está usted por los retoques estéticos...

J.C. No. Soy antioperación. La belleza, pasada una edad, es fruto de una forma de vida, siempre que tengas un mínimo de soporte, claro. Un bisturí te quita la expresión. Yo siempre cuento la anécdota de Humphrey Bogart cuando en maquillaje le ofrecieron un producto para quitar 'las arruguitas' y respondió: «Señorita, me ha costado muchos años conseguir estas arruguitas para que me las venga a tapar usted de un plumazo».



ÁLEX GONZÁLEZ. "Si hubiera estado con todas las chicas que me adjudican, ¡sería Julio Iglesias!"

Es una lástima que con esa sonrisa tenga que interpretar a un agente 'de rostro impenetrable', pero confía en que este papel sea un paso definitivo en su carrera. Ha tenido que hacer renuncias, pero solo tiene 33 años. Hollywood puede esperar.

XLSemanal. ¿Impone trabajar con alguien con tantas tablas como José Coronado?

Álex González. Es de esos compañeros que hacen que subas el listón. Sabes que nunca va a llegar tarde ni va a fallar en su texto. Hace una lectura muy inteligente del guion y tiene un compromiso total. Eso hace que tú intentes dar lo mejor de ti mismo también.

XL. Y usted es su jefe en la ficción... ¿Hay algo de relevo generacional?

Á.G. No lo llamaría así. Al final se trata de seguir el curso de la vida. Tiene más que ver con el crecimiento personal de cada uno. Lo de relevo me suena a voy a ocupar un espacio que él ya no tiene. Y de eso nada.

XL. ¿Es la televisión un salvavidas?

Á.G. ¡Afortunadamente! La televisión es una plataforma maravillosa que nos está dando de comer a muchos. Y no lo digo solo en sentido material, sino artísticamente. Este año más que nunca me he dado cuenta de que soy una persona con muchísimas inquietudes y con una gran imaginación y una creatividad que necesito satisfacer. Si no fuera por la televisión, no podría darle rienda suelta. Es decir, disfruto mucho yendo a trabajar. Y esto cansa, especialmente en esta serie: ¡aparezco en casi todas las secuencias! Pero incluso el día que más agotado estás, desde que dicen «acción» hasta que oyes «corten» es una sensación única, como si no hubiera gravedad.

XL. ¿Le cuesta lidiar con los directores?

Á.G. Yo propongo muchas cosas en cada secuencia. ¡Tengo fama de pesado! [Ríe]. Ahora ya no me lo dicen, porque muchas veces acierto. Y, por supuesto, siempre obedezco. Yo propongo y pregunto a los demás qué opinan. Si es que sí, adelante; si no, obedezco. El jefe es el director y lo que él diga va a misa.

XL. También dice que no ha perdido el miedo a poner copas...

Á.G. [Ríe]. No lo he perdido, por supuesto. Eso lo dije hace mucho, pero no se pierde nunca. No hay que dar nada por hecho. Yo cuando estudiaba, elegí poner copas porque necesitaba trabajar y era algo que me permitía estudiar de día. Ahora quizá elegiría otra cosa, pero en el fondo es un miedo que no se pierde nunca...

XL. También trabajó con los hermanos Bardem. Y llegaron a preguntarle si se veía como el nuevo Javier Bardem.

Á.G. Bardem solo hay uno, y no ha llegado hasta su posición por arte de magia: es un tío que ha sacrificado mucho, que ama esta profesión profundamente. Si hablamos de sustitutos o de relevos, parece que fuésemos funcionarios que, al dejar su puesto, viene otro a ocupar su lugar. Me gusta más la imagen del árbol, cuyas ramas van creciendo. El arte tiene más que ver con eso. Aunque no quiero que se me malinterprete: la palabra 'artista' me queda muy grande.

XL. ¿Modestia?

Á.G. ¡No, no! Pero incluso me ha costado hasta hace muy poco definirme como actor. He empezado a llamarme actor hace un año, después de Alacrán enamorado: ahí dije, de acuerdo, lo he conseguido.

XL. ¿Cómo lleva que su vida amorosa [su reciente ruptura con la actriz Adriana Ugarte] sea noticia?

Á.G. Lo vivo con resignación, sin reproches. Sin ánimo de criticar a nadie, porque creo que todo tiene que existir, me gustaría que la prensa del corazón fuera más consecuente, más cauta con el gran poder que tiene, porque pueden hacer daño. En cualquier caso, yo intento que me dé igual. Al final la energía que pongas ahí es energía que pierdes.

XL. ¿Se cuentan muchas mentiras sobre usted?

Á.G. ¡Muchas! Si yo hubiera estado con todas las chicas que me adjudican, ¡sería Julio Iglesias!

XL. ¿Y Hollywood? Tuvo un primer papel en X-Men. ¿Volverá?

Á.G. Estando allí me di cuenta de que uno tiene que hacer carrera en su propio país. Decidí poner toda mi energía aquí y no he parado desde entonces hasta que me he embarcado en El Príncipe.

XL. ¿Es una apuesta?

Á.G. Que no se malinterprete esto, pero cuando me cogieron me alegré, por supuesto, pero al mismo tiempo firmé un contrato para dos temporadas y siempre te asalta el miedo de que surja otra cosa y te quedes sin hacerlo.

XL. ¿Le ha pasado?

Á.G. Pues sí. Me ofrecieron una película para noviembre y con todo el dolor tuve que decir que no.

XL. ¿Algo goloso?

Á.G. Un papel protagonista, con Antonio Banderas... Pero a lo hecho, pecho. No me arrepiento, porque confío mucho en El Príncipe.

XL. ¿Teme encasillarse en papeles de acción?

Á.G. Encasillado no me siento, pero sí es cierto que algo que me encantaría hacer, y todavía no he tenido oportunidad, es comedia.



FUENTE: aqui

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